Hoy me apetece hablar llano, sin demasiados tecnicismos ni referencias a las grandes tendencias actuales en todo aquello que se refiere al liderazgo.
Desde la propia experiencia y las trincheras, desde uno y el otro lado del mundo de la gestión del capital humano.
Quienes os mantenéis a mi lado en este blog o habéis oído alguna de mis conferencias, me habréis oído decir alguna vez que tener un equipo no es un regalo que viene con un gran lazo rojo…
Cuando empezamos a trabajar con un equipo (salvo que tengamos la suerte de poder formarlo o elegirlo nosotros mismos) nos enfrentamos a un reto que no estará exento de frenos, problemas y algún que otro fracaso.
En la mayoría de ocasiones la aventura empezará por algo tan simple como que ellos sean los que nos acepten como su líder; y aunque parezca una tontería, es algo más común de lo que podáis imaginar… Ellos ya están en el equipo y tú te conviertes en ese factor exógeno que llega a sus vidas para modificarlas, tantas vidas y problemáticas como componentes tenga el equipo.
Y como tal, lo primero que harán es ponerte en cuestión. Alguno de ellos se pondrá de espaldas al considerar que te han dado su puesto a ti; otros te percibirán desde la indiferencia, a esperar a ver cómo respiras y, los menos, verán en ti una nueva posibilidad de crecer o quizá salir de la mediocridad de su día a día.
Nos convertimos casi sin quererlo, en verdaderos gestores de expectativas. Con la capacidad de abrir la caja de pandora de las competencias del equipo asignado.
La responsabilidad que cae sobre nuestros hombros es de un calibre importante; de ahí la necesidad de empezar a trabajar juntos desde la transparencia.
Así, la transparencia empieza por ti: explica quién eres, comparte con ellos éxitos y fracasos, conóceles uno a uno y; sobre todo, no escuches a nadie antes de escucharles a ellos (no hay nada peor que dejarse influenciar por terceros de la organización).
Interésate por ellos de verdad, haz por conocerles (y eso no es saber el número de hijos que tienen o dónde pasan sus vacaciones), es algo que va más allá, es llegar a saber de sueños truncados y de anhelos vivos. Saber que les mueve.
Mide expectativas, miedos, y la superficie de su zona de confort.
Mide su pasión, sus ganas, su compromiso y sus niveles de implicación
Cuando tengas una idea certera, toma decisiones y asigna roles de una manera inteligente.
Por encima de todo: Explícales lo que esperas de cada uno de ellos, cuáles van a ser las reglas de juego y acompáñales.
Marca la ruta a seguir, camina a su lado, déjales crecer y brillar; responde a cada pregunta, disipa miedos y asume un papel de acompañamiento real.
Y desde estas líneas y con tu permiso te invito a “SER”
- Sé ejemplar, reconoce los errores, defiende lo indefendible y, si crees en ellos, lucha por su crecimiento.
- Sé motor de cambio, “Haz Hacer a los demás”. Que tu comportamiento invite a tu equipo a actuar, realizar, ser, a sentir la importancia del trabajo, a ser parte del proyecto, ilusiónales.
- Sé conector de conocimiento, crea espacios de conversación para el intercambio de ideas y de resolución de problemas. Haz de los problemas y los posibles fracasos una oportunidad de crecimiento.
- Sé catalizador de las emociones, canaliza la pasión hacia el fin, a través de la gestión de las inquietudes que surjan.
- Sé lo suficientemente hábil para poner el talento único al servicio de la inteligencia común del equipo.
- Sé lo suficientemente osado para no dejar en ningún momento que el férreo organigrama deje en la sombra al talento, aunque incurras en riesgos, estoy segura de que el buen resultado final lo acallará.
- Sé realista, mantente humilde y con los pies en el suelo, ten siempre en cuenta que cada vez que empieces con un nuevo equipo será un nuevo reto. En definitiva será, como liderar por primera vez…
