Hoy quiero tocar un tema desde el cariño más absoluto y desde mi propia experiencia y las de compañeros y amigos que hemos ido creciendo en la Red.
¿Qué es exactamente un “influencer”?
Entendemos que es alguien que se ha convertido en un referente de su sector, lo que significa que su comunidad cree en él/ella; en sus aportaciones y contenidos.
Le consideran alguien veraz, real; que enriquece con su conversación, interacción y aportes de valor. Alguien que se acaba convirtiendo en una persona a quien recurrir u observar si se trabaja o investiga en un momento determinado sobre los temas que él aborda o desarrolla. Son aquellos que tienen capacidad para influir a través de sus opiniones en las opiniones de los demás. En definitiva, son personas reconocidas por su arduo trabajo tanto en el “off-line” como en el “on-line”; que han sabido utilizar inteligentemente el escaparate al mundo que suponen las Redes sociales.
Pero hay algo que se les olvida a muchos y es que alguien así ha trabajado muchísimo para crear esa comunidad y para ganarse una reputación.
Estas personas no están dispuestas a perder su credibilidad fácilmente versus a los deseos de una marca. Solo lo harán si la marca está dentro de la coherencia, del marco de actuación que él desea y sólo si cree que esa marca va a aportar valor e interés a su comunidad . ¿Y sabéis por qué? Porque la respeta y no la quiere perder.
Hasta aquí bien… Resulta que, de repente, por tener un número de seguidores, por su labor en la Red y por el reconocimiento de su comunidad le asignan un número de “Klout” alto y va y te conviertes en uno de ellos… Las marcas se dan cuenta, ven un filón y automáticamente te conviertes en un Marketing con piernas, en alguien que puede ser el nuevo prescriptor del siglo XXI. Y eso amigos, bien llevado puede ser la bomba pero ¿Qué está pasando?
A mi modo de ver, algunas marcas, antes de reparar en una persona en concreto debería plantearse algunas cosas:
- No se puede elegir a un “influencer” por su número de “Klout”. Entre otras cosas porque ni tan siquiera sabemos bien aún qué es lo que se está midiendo… Sí es cierto que es una herramienta que puede ayudar mucho y a la que hay que recurrir, pero no sin contrastar antes el resto de presencia y labor de esa persona en la red.
- No se puede elegir a un “influencer” solo por el número de seguidores (no hace falta entrar en detalles, sólo con ver ciertas cuentas de Twitter que rondan por ahí esto queda más que explicado)
- Las marcas no pueden esperar que todo sea gratis… Hay personas que viven de ello. Si invitas como marca a un buen bloguero de tu sector, te acompaña en un evento, te promociona con una entrada en tu blog y te ayuda en la promoción en las Redes Sociales hay que pagarle. Porque son personas que han hecho de esto su medio de vida. La cultura de “lo gratis” debe acabarse. Yo he oído cosas que claman al cielo en este sentido… Quizás algún día haga un post sobre ello.
- Las marcas deben huir también de ciertos regalos de carácter desproporcionado que; a veces, se reciben. Dependiendo del importe o valor y si como “influencer” todavía no has decidido si vas a colaborar con la marca se puede interpretar como que te están sobornando y eso es muy peligroso porque puede convertirse en un problema para ambos y en un arma de doble filo.
- Como marca debes buscar a personas afines a tu producto y actividad… Si quieres promocionar un producto de geolocalización, no busques a un “influencer” de un sector distinto porque no le va a interesar, que no sea un número de “Klout” el que te haga dirigirte a alguien en la Red sino su trayectoria, su marca personal y su saber hacer
El secreto, como casi todo en la vida está en conocer y valorar a las personas antes de contactarlas; saber qué cosas les mueven e interesan. Lo contrario es como llamar a una puerta fría, donde el posible o el futurible “marketing con piernas” o prescriptor con influencia pueda acabar convirtiéndose en detractor