Fotografía: José Luis Casal |
A veces pienso que algunas personas no se dan cuenta de que la vida está para vivirla, que sólo tenemos una y que pasa tan, tan rápido que de lo que si no tenemos tiempo es para desperdiciarla y tirarla por la borda…
Todo empieza y todo acaba. Lo que hoy es un problema mañana será una anécdota, lo que hoy quizás nos ahoga probablemente supondrá, a posteriori, una liberación porque lo habremos superado o como mínimo interiorizado.
Y sí, en ocasiones veo muertos… Muertos en vida que miran a su alrededor y no actúan, algunos por que no saben que hacer y otros de forma consciente.
Muertos en las Direcciones de las Empresas.
Es verdad, nos ha tocado vivir momentos difíciles. Momentos donde el cambio y la crisis nos ha traspasado, pero eso no nos da licencia ni legitimidad alguna para quedarnos inmóviles, porque de hacerlo, lo que nos vendrá será peor y es nuestra responsabilidad como CEOs de nuestras organizaciones encontrar esa viabilidad y esa continuidad de nuestro negocio, un negocio del que penden personas y familias.
Y sí, está pasando. Miedos, incertidumbre e inmovilismo hacen que algunas decisiones importantes queden en el baúl de los recuerdos, que el verdadero talento nos abandone porque siente que no se cuenta con él; en definitiva, hace que la empresa empiece a morir… Es el momento de desterrar viejos paradigmas y construir de nuevo, es momento de tomar esas decisiones valientes y seguro que a veces arriesgadas, es momento de “re-vivir”, “re-hacerse” de pensar a lo grande, de apostar por el cambio en todas sus acepciones, porque sin esta transformación nada será posible.
Y sobretodo, es momento de que como CEO pienses que no tienes la verdad absoluta en tus manos; que es un riesgo decidir entre pocos contando con muchos, que tu título nobiliario sólo alcanzará el brillo si te dejas ayudar por los demás y te rodeas de personas brillantes… Todo ha cambiado, si no apuestas por el talento colectivo estás perdiendo una ventaja competitiva enorme.
Muertos que trabajan en las Empresas
También existen sí… Son aquellas personas que se han sentado a esperar que las cosas sucedan:
Los que tienen un trabajo que no les satisface, un trabajo que les hace infelices y siguen perdiendo el tiempo en él esperando a que las cosas mejoren (cuando en su fuero interno saben que no será así).
Los que viven sometidos a las tiranías de un jefe que ni tan siquiera les aporta a diario y se limitan a tragar. Aquellos que ni tan siquiera son capaces de cambiar patrones de comportamiento porque conlleva un riesgo que no están dispuestos a asumir y viven en cierta manera cómodos aunque instaurados en el miedo permanente. Saben que en cualquier momento pueden estar nominados a salir de la organización.
Tampoco nos podemos olvidar de los que calientan su silla desde la desesperanza esperando un “no sé qué” y contaminando al resto desde su pesimismo repitiendo hasta la saciedad su disconformidad pero que no hacen nada por cambiar.
¿Y sabes qué? Estoy segura de que todos hemos pasado por épocas zombis; yo la primera. Pero el problema se soluciona tomando ese elixir de vida que sólo tú puedes fabricar desde el aprendizaje, el trabajo, la constancia, la lucha y las ganas de cambiar una realidad que te ahoga.
Ese antídoto está en tus manos y hacer de los problemas momentos de oportunidad, un reto lo suficientemente importante como para no desaprovecharlo.
Acabo con un poco de humor, ese humor tan necesario y es que aún podría ser peor… Podría llover
Gracias siempre por estos momentos de risas @jlcasal